Sendas escalonadas de acceso al castillo.
Romero, brezo, enebro, madroño y aliaga conviviendo en una pequeña porción de terreno.
Olivos que se quemaron en el incendio años atrás y muestran sus troncos carbonizados.
Pedo de lobo.
Un pino solitario que se salvó de la quema.
Castillo de Chirel desde la senda que lleva a él.
Olivo quemado que retallina desde la cepa de su pie.
Lentisco.
Capullo de la oruga procesionaria asentado en un pino joven.
Llegando al Castillo de Chirel tras una empinada subida.
Exploradores dentro del castillo esperando la visita.
Saeteros que mantienen las puertas a buen recaudo.
Ventana de la princesa mora con arco lobulado.
Matacán.
Otra de las puertas con escudo incluído y guía canal para las rejas.
En lo alto de un promontorio con la muela a la espalda, mientras el río Júcar abajo discurre tranquilo.
Puertas de seguridad que dan acceso a pasillos.
Acceso a las cocinas del castillo.
Bóveda apuntada de ladrillo cocido.
Muros, saeteros y almenas erosionadas .
Reposando en el alféizar de la ventana.
Escalera de caracol de acceso a la torre del homenaje.
Los que osaron subir a la torre del homenaje.
Vista desde la torre.
Imponente Castillo de Chirel.
Atochas de esparto verde.
Restos de cerámicas.
Puerta trasera del castillo que daba acceso al poblado.
Cocinas.
El vapor de agua de las torres de Cofrentes asoma tras las colinas en un cielo aborregado.
Sobre la torre del homenaje.
Matacán.
Techo del aljibe.
Muestra de ladrillos cocidos de los árabes.
Restos de las viviendas anejas al castillo.
Descansando tras la subida.
Detalle de ventanas y arcos.
Desde las almenas del castillo, la Muela de Cortes en el horizonte.
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